¿Cómo fue DEJAR de dar la teta?
Eva fue deseada, buscada, y en esa búsqueda una imagen se repetía en la fantasía de Jéssica: la escena de estar dándole la teta. Una vez llegada Eva al mundo, ese sueño se cumplió pero con alguna dificultad. Eso que supuestamente era "natural, instintivo" no acontecía.
Mirando para atrás, Jéssica cree que ese sueño, ese deseo tuvo su incidencia y a fuerza de ensayo y error -de ambas-, Eva se prendió a la teta y fue mágico... Sabía que era algo que quería hacer y sostener a lo largo del tiempo, al menos hasta sus 2 años. Pensar en el final de ese acto amoroso le era impensado. Con el correr del tiempo las dudas, los temores y las inquietudes fueron tomando espacio. Pero algo sucedió fuera de todo cálculo. A su año y medio se fue quedando cada vez con menos leche. Eva fue tomando menos, pidiendo menos. Hasta que hubo un día que no tomó y Jessi no le ofreció. Al día siguiente, para su sorpresa, Eva comenzó a darle la teta de jugando a sus bebés, a sus muñecos.
Lean qué idea tan valiosa: Jessi nos propone pensar que la maternidad nos confronta con la incertidumbre (no saber hacer, no saber si lo que hacés está bien, no saber hasta cuándo hacerlo) que generalmente nos perturba, pero a la vez nos confronta con lo maravilloso del misterio y lo abierto a lo porvenir. Dejarse sorprender y de algún extraño modo, confiar.
Para la invitada de hoy, DAR la teta es: algo tan complejo y tan sencillo como dar vida, amor, caricias, miradas. Dar la teta es alimentar. Alimentar es entregar, entregarse en un movimiento que implica dejarse atravesar por las sendas de lo enigmático. Dar la teta es dar. Dar, vaciarse y recibir.
¿Ustedes también sintieron que la maternidad es dejarse sorprender?¿Cómo les resultó terminar ese acto amoroso que implica dar la teta?¿Sus bebés juegan a darle de comer a sus muñecos?